Por Christian Curtze, Regional Head of Placement and Facultative Reinsurance.
Nuevas alternativas para inversionistas del mercado financiero, como los sidecar y los CAT Bonds, han nacido debido a diferentes factores, como eventos catastróficos que han hecho que las compañías de seguros tengan nuevos requerimientos de capital, o también como una forma de obtener capital del mercado financiero que no está disponible en el medio reasegurador.
Un Sidecar es una estructura financiera que permite a inversionistas del mercado financiero - distintos a los reaseguradores tradicionales, como bancos de inversión, hedge funds, etc.-, participar como si fueran reaseguradores en los contratos de compañías de seguros. Para efectos prácticos, esto es similar a un contrato proporcional, donde el inversionista toma una parte del riesgo y asume en consecuencia una participación equivalente en las pérdidas y los beneficios de dicho contrato. También al igual que en los contratos proporcionales, deben costear una comisión que tiene como objetivo pagar los gastos administrativos y de comercialización en que incurren las compañías de seguros para generar la producción que alimenta a dichos contratos.
Normalmente, estas estructuras financieras para participar en el mercado de seguros han sido creadas cuando ha existido necesidad de capital, tradicionalmente después de grandes catástrofes. Luego de los huracanes de Katrina, Rita y Wilma en el 2015, las agencias clasificadoras de riesgos determinaron nuevas necesidades de capital para las aseguradoras, el que fue obtenido entre otras formas gracias a estos instrumentos alternativos como los Sidecar.
Desde el punto de vista de los inversionistas, estas son herramientas que permiten una alta rentabilidad con un riesgo y duración limitados junto a estructuras flexibles de inversión. Además de lo anterior, también permiten a inversionistas con baja o poca experiencia en el mercado de seguros participar junto a un socio con alto conocimiento, como es la compañía cedente en este caso.
Otro de los instrumentos alternativos para enfrentar las crisis de capacidad y también permitir a inversionistas del mercado financiero acceder al mercado de seguros fueron los CAT Bonds. Los primeros CAT Bonds nacieron después del huracán Andrew en la década de los 90.
El riesgo asociado o inherente a un CAT Bond es, como lo dice su nombre “catastrophe bond” o bono de catástrofe en español, la ocurrencia de un evento catastrófico, tal como huracanes, terremotos, inundaciones, etc. Usualmente, la duración o madurez de estos bonos es de hasta tres años y se colocan en el mercado financiero a una tasa de interés, tradicionalmente LIBOR, más un spread asociado al riesgo subyacente que va entre el 3% al 20%. La forma de operar es que, en caso de no existir un evento catastrófico, la compañía de seguros paga un cupón al inversionista definido por la tasa de interés antes mencionada, pero si ocurre un siniestro el principal debe ser pagado por el inversionista al asegurador para efectos de que este pueda indemnizar los siniestros catastróficos asociados a dicho bono. Al igual que los Sidecar, los bancos de inversiones y hedge funds son los tradicionales inversionistas de estos instrumentos.