La mayoría de las personas en América Latina no son conscientes que los seguros pueden ser también una herramienta óptima para el resguardo de productos financieros, como las tarjetas de crédito y débito.
De acuerdo a Sergio Fernandes, Regional Specialty Personal Lines Underwriter para Chubb en América Latina, la principal razón de este fenómeno es la falta de información apropiada sobre los riesgos asociados con el uso de estas tarjetas. “Asimismo, la existencia de innumerables regulaciones diferentes hace difícil que los consumidores sepan exactamente qué tipo de seguro deben buscar”, señala. Las regulaciones por países determinan si el banco es responsable o no de reembolsar pérdidas vinculadas con las tarjetas. Afortunadamente, la mayoría de estas entidades ofrecen seguros, los que se pueden activar usualmente cuando los clientes abren dichas cuentas.
Una buena práctica es chequear si las transacciones fraudulentas, realizadas después de la pérdida o robo de una tarjeta, están cubiertas por el banco. Además, otras preocupaciones que deben ser revisadas tienen que ver con la clonación de tarjetas y transacciones no autorizadas a través de Internet. “Si el banco no contempla protección en estos eventos, es recomendable contratar un seguro”, afirma Sergio Fernandes.
Una cobertura adicional eficiente también debe contemplar protección en casos de asalto en cajeros automáticos o uso forzado de una tarjeta, los que están comúnmente incluidos en los paquetes que van más allá de la responsabilidad de los bancos y tienen un bajo costo. “Algo menos común, pero muy útil, es un producto de seguros conocido como compra protegida, que cubre todo lo adquirido a través de las tarjetas en caso de hurto o daño accidental”, comenta Fernandes.
El ejecutivo de Chubb añade que algunos bancos, más allá de la cobertura directa a las tarjetas, ofrecen cobertura para bolsos y mochilas y su contenido, en caso de robo. “No importa si se está en desplazamiento diario al trabajo o en vacaciones, esta cobertura está presente en todas las eventualidades”, puntualiza.
Frente a cualquier de estas opciones, lo primordial es dar aviso oportuno a la entidad bancaria o la compañía aseguradora apenas se dé cuenta de la pérdida o robo de las tarjetas o de la existencia de transacciones no autorizadas, con el objetivo de reducir los costos del fraude. Usualmente, las pólizas cubren hasta cierto tiempo antes de que se comunique el evento, por lo que es recomendable ser rápidos; una vez que se haya reportado el evento, los bancos bloquean toda transacción futura, conteniendo las pérdidas.