By Editor web on Lunes, 26 Febrero 2018
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Catástrofes en 2017: ¿Qué se puede aprender y las perspectivas de la Ingeniería de Riesgos?

Por Cícero Aidar, Head of P&C Risk Engineering, Risk Engineering Services en Chubb América Latina

El año pasado fue un año de grandes catástrofes naturales, con huracanes en Texas, Florida, Centroamérica y Caribe; terremotos en México, incendios forestales en la costa oeste de Estados Unidos, inundaciones en India y tantos otros eventos alrededor del mundo. Las pérdidas financieras estimadas superan las centenas de millares de millones y la única certeza que tenemos es que estos eventos son recurrentes. Sus magnitudes y niveles de destrucción pueden variar, pero es cierto que todos los años vamos a tener que comentar y manejar estas situaciones que, sin miedo de insistir, son recurrentes. 

Sin embargo, analizando todo esto con una perspectiva de ingeniería de riesgos, la seguridad de que algo va pasar, debería llevarnos a una situación de preparación. Haciendo una analogía con la vida, todos nosotros nos preparamos para las pruebas escolares, y ¿por qué? Porque sabíamos que en tal fecha, íbamos a tener una prueba. No hay razón para no estar preparados. Cuando tenemos nuestros hijos, sabemos que ellos probablemente quieren estudiar en una universidad, ¿qué hacemos? Nos preparamos para pagar la universidad de la mejor manera posible. 

Llevando este concepto hacia la realidad de las catástrofes, el papel fundamental de los ingenieros de riesgos es saber preparar a sus clientes para soportar mejor los efectos de estos eventos.  Sin embargo, la palabra preparación tiene una gran cantidad de conceptos detrás de ella, entre ellos se pueden destacar:

- ¿Qué tipo de evento me puede afectar? 

De manera muy simplista, en un incendio, yo debo tener forma de combatirlo. Si no puedo combatirlo, debo poder controlarlo. Si no puedo controlarlo, debería al menos lograr evacuar a las personas y, secundariamente,  mis cosas más importantes. En un evento de inundación, tengo que estar preparado para evacuar personas y cosas de manera rápida y segura. Lo que no se puede mover, tiene que estar en una ubicación protegida del nivel del agua. En caso de tormentas de nieve, la preparación pasa por tener reservas de agua, comida y energía, además de medios de comunicación para pedido de auxilio si es necesario. 

- ¿Cuáles son las consecuencias de este evento? 

Considerando que ya identificamos correctamente lo que puede pasar, es fundamental que sepamos cuáles serían las consecuencias de tal evento. En temas de incendios forestales, las casas pueden quemarse por completo, sin posibilidad de retorno a corto/mediano plazo. El área/aire puede quedar contaminado por días o semanas, ¿en dónde voy a ubicar mis negocios, mi familia? En zonas inundadas, ¿cuánto tiempo se queda el agua embancada? ¿Qué nivel el agua puede alcanzar? ¿50 cm. arriba del piso? ¿1 metro, 2 metros? ¿Qué equipos tengo que se pueden dañar por efecto del agua? ¿Este daño es irreversible o se pueden recuperar los equipos después del evento? Es necesario hacerse estas preguntas y saber su respuesta con antelación. 

- ¿Qué puedo hacer para mitigar o mejorar y aumentar mi resiliencia?

La resiliencia es en sicología la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas como la muerte de un ser querido, un accidente, etc. Para el tema de Ingeniería de Riesgos, resiliencia es la capacidad de un negocio de superar circunstancias traumáticas (catástrofes, por ejemplo) y continuar su operación normal en el menor tiempo de restablecimiento posible. ¿Cómo podemos influenciar la resiliencia de los negocios, clientes o asegurados? Primero, tenemos que volver al concepto de preparación. Un estudio completo, formal y técnicamente responsable debe tener 3 pilares de un buen plan de preparación: ¿Qué va a pasar? ¿Qué consecuencias va a tener? ¿Qué puedo hacer?

Existe aún la tendencia de que vale la pena pensar en lo inesperado, en lo que no se imaginaba. Eso puede significar dudar de grandes certidumbres impuestas por medios de comunicación. Por ejemplo, en el caso del huracán Irma, todos esperaban que tocara suelo en la costa este, cuando de verdad afectó mucho más la costa oeste de Florida. 

En términos de resiliencia, se pueden comparar los eventos de los terremotos de México de 1985 y 2017. Es cierto que la magnitud del terremoto de 1985 fue 8.0 en la escala Richter, y que, en 2017, el terremoto fue de 7.1 en la misma escala. Esto significa que son eventos de potencia distinta, pero el número de fatalidades en el evento de la década de los 80, fue responsable por más de 10.000 pérdidas de vidas, mientras en el año pasado, este número no superó los 300 casos de muerte. ¿Cuál es la razón, además de la diferencia de magnitud? La respuesta es resiliencia. Después del ‘85, las autoridades mexicanas cambiaron sus códigos constructivos y los edificios fueron construidos para ser capaces de “superar circunstancias traumáticas”, más resilientes. 

Otro detalle importantísimo: no solamente las construcciones son más resistentes a sismos, pero también las personas empezaron a tener más simulacros de evacuación, tornando la reacción a estos eventos más eficiente. O sea, la resiliencia no está relacionada solamente a infraestructura, pero también está relacionada al ser humano y sus acciones y actitudes.

Finalmente, sugerimos revisar los siguientes puntos a modo de preparación:

- Necesidad de creación de equipos multidisciplinarios para atacar el tema. Los eventos pueden demandar especialistas en protección contra incendios, ingenieros estructurales, especialistas en recursos hídricos, ingenieros ambientales, profesionales de salud, policía, etc.

- Previsión de qué tanto puede tardar el restablecimiento completo/parcial de las actividades.

- Previsión de servicios básicos que puedan verse afectados como energía eléctrica, combustibles, agua, etc.

- Establecer relaciones con vecinos, sean personas, comunidad u otras empresas o industrias. Un plan de auxilio mutuo puede hacer toda la diferencia, considerando que en situaciones de tragedias, el gobierno puede tardar en encaminar ayuda a determinados sitios.

- ¿En qué condiciones estarán las vías de transporte? ¿Qué tipo de afectación puede tener tal evento sobre carreteras, ferrocarriles, etc.? Se puede pensar en medios alternativos de transporte, que pueden estar orientados a seguir produciendo o para evacuación de personas y bienes.

- Tener siempre medios de comunicación activos como: celulares con batería, radiotransmisores, señalizadores, walk-talks, etc.

- Análisis técnico de la resiliencia del cliente desde el punto de vista estructural. Construcciones, ventanas, techos, válvulas anti-sísmicas para entradas de gas, etc. En conclusión, ¡más vale estar preparado!

 

 

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